viernes, 31 de enero de 2014

Roller Coaster.

Algunos ratos estás feliz, contento de estar vivo, todo te sale más o menos bien, quieres todo lo que tienes y, aunque desearías algo más, lo que tienes te complace. Te sientes querido, y/o a lo mejor hasta te aceptas a ti mismo, y sonríes, quizá no como años atrás, pero si más sincera que todas esas sonrisas falsas que has estado fingiendo todos estos días. Y es entonces cuando vuelve la esperanza, tus sueños, la vida empieza a tener sentido otra vez y crees que todo empieza a ir mejor por fin.

Pero entonces algo malo te pasa, o te sale todo mal, y ves como empiezas a empeorar otra vez. Vuelve la ansiedad, el miedo, la tristeza, el cansancio y se marchan tus ganas de seguir. Ya no sonríes, sino que miles de lágrimas caen por tu rostro. "¿Qué ha pasado?" te preguntas. Pero no tiene ya más explicación, tan solo es lo de siempre. Tu vida es como una montaña rusa, y no precisamente por la adrenalina y la diversión, sino que en la tuya viajas solo, solo sube y baja infinitas veces, y la única salida que ves está a ambos lados del vagón en el que viajas, más allá de las barreras de seguridad, en el vacío que las siguen.






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