domingo, 23 de junio de 2013

Diario de una adolescente (Parte 3 - Fin)

Han pasado dos meses desde mi visita al hospital. Me dijeron que mis pulmones podían estar cogiendo una enfermedad que se llama "enfisema pulmonar", que significa que se coge el oxígeno necesario pero que no se expulsa el dióxido suficiente. Me dijeron que aún no era grave y que podía evitar que fuera a más si llevaba una vida sana y haciendo deporte y me alejaba del humo del tabaco. Por eso mi madre empezó a obligarme a comer todas las comidas pero haciendo una dieta saludable y empecé a hacer más deporte, a lo que me ayudaba Mike.
Si, has leído bien. Mike y yo ahora somos novios. La noche del mismo día que me dieron el alta, se lo dieron a él, y fui a esperarle a la puerta del hospital. Nadie fue a buscarlo, por lo que nos fuimos a cenar por ahí ya que la comida del hospital dejaba mucho que desear. Después de la cena, Mike no quería volver a su casa, así que le pedí a mi madre que le dejara dormir en el sofá y así al día siguiente buscaríamos algún piso en el que se pudiera quedar. Desde esa misma noche no nos hemos separado y lo hacemos todo juntos. 
Su tía le llamó dos días después de salir del hospital, preguntándole dónde estaba. Él le dijo que estaba en casa de una amiga y que había encontrado un piso al que se iría a vivir en unos dos días, que iría a por sus cosas y que ya no volvería a verle más. Y así fue. Al día siguiente por la tarde le acompañé a casa de su tía, ya que él sabía que no iba a estar, recogimos sus cosas y nos fuimos. Las dejamos en el piso que había alquilado y dos días después ya estaba viviendo allí. Y aunque quisiera estar viviendo con él, mi madre no me deja. Pero se puede decir que paso más tiempo allí que en mi casa. 

El hospital le hizo ir a un psicólogo, al que le contó todo lo que le había ocurrido y quién se encargó de denunciar a su padre y hermano y arreglar los papeles para que su hermana pudiera vivir con él. Si si, ahora la pequeña Lau vive con él ya que cumplió los 18 dos días antes del "accidente".

En cuanto a mi... Por mi enfermedad, mi padre dejó de fumar y mi madre dejó de agobiarme tanto ya que los médicos me dijeron que el estrés no era nada bueno para mi asma y menos aún para la enfermedad. La semana siguiente de mi visita al Hospital fueron los exámenes finales, por lo que, al decirle a mi madre que no quería volver a ese instituto, conseguimos que una profesora viniera a hacerme los exámenes a casa.
Por sorpresa, los aprobé todos.

¿Ahora? Estamos pasando un verano increíble Mike, la pequeña Lau y yo. Vamos al parque, a la piscina, o a cualquier otro sitio por tal de pasar el día juntos. A veces vienen los Servicios Sociales a ver como está Laura, pero siempre ven que está muy bien por lo que no hay ningún problema. 
El próximo curso iré a un instituto nuevo y empezaré de cero. Este nuevo instituto tiene menos gentuza y los profesores son más comprensivos. Además, está más cerca de casa de Mike que de la mía, por lo que mi madre me deja ir allí a comer por lo que estoy muy contenta. 

Lo que más me gusta de nuestra historia es que ambos hemos superado nuestros problemas juntos y ahora estamos empezando a vivir de verdad una vida que creo que nos merecemos, y además la empezamos juntos. No se puede pedir nada más.


Gracias por leer,


                                                                                                                               Kate.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Diario de una adolescente (Parte 2 - Mike)

Menuda coincidencia, el chico de antes de la sala de espera es mi compañero de habitación. "Bueno, por lo menos no es un abuelo" pienso.
-Gracias por ayudarme antes. -le digo.
-No fue nada. -responde sin muchas ganas.

Decido ponerme los cascos un rato para descansar, sobretodo, de mi madre. A las 20:30 nos traen la cena, o lo que sea eso. El chico de al lado no se lo come, pero la enfermera le insiste y al final se come la ensalada y la fruta. Al principio yo tampoco me lo iba a comer, pero después he escuchado el ruido que hace mi barriga y me he decidido a comer algo.
Las horas pasan y yo sigo en la cama esperando a que amanezca y pueda huir de este sitio tan apestoso y triste. Lo que menos me gusta de todo esto es el tener que aguantar a mi madre y sus estúpidas quejas por todo, no hay quien la aguante.
A las 22:45 mi madre se va dando gritos para buscar algo para cenar ella.
-Perdónala si en algún momento te molesta, ella es así de... insoportable. -Le digo intentando que se ría.
-Lo entiendo. - responde bajito.
-Soy Katerina, pero puedes llamarme Kate. - le digo intentando ser amable.
-Yo Mike. - Responde girando la cabeza hacia otro lado.
-Veo que no quieres hablar conmigo, siento haberte molestado. - le digo poniendome los cascos otra vez.

Gira la cabeza para decirme algo, pero ve que tengo los cascos puestos y se vuelve a dar la vuelta.
Suenan mi música mientras cierro los ojos y me imagino que estoy fuera de allí en alguna gran ciudad, tipo Nueva York o San Francisco, y que voy haciendo fotos a todo lo que veo mientras suenan mis canciones favoritas, pero, sin querer, me quedo dormida. 

Me despierto y miro el reloj, las 3:00. "¿Por qué no se acabará ya esta noche?" pienso mientras suspiro. 

-Siento lo de antes, no quería que pensaras que no quería hablar contigo. -Me dice de repente el chico de la cama de al lado.- Ah, y tu madre me ha dicho que te dijera que se ha ido a casa a por no sé qué.
-Vale, gracias. -Le digo sin ganas.
-Espero que no te hayas molestado, -Dice intentando ser amable.- aunque no serías la primera...-añade suspirando.
-No pasa nada, -le digo mirándole a los ojos. 
No me había fijado aun en sus ojos. Son verdes, y deberían ser bonitos como todos los ojos claros, pero no. Le faltaba algo, como si se le hubiera apagado el brillo de su mirada. 
Veo como se toca el brazo y también veo su mejilla hinchada, ¿Qué le habrá pasado?

-¿Te duele mucho? -Le pregunto curiosa mientras él me mira extrañado.- El brazo digo.
-Ah si, pero no pasa nada. Yo me lo busqué.-Dice bajando el tono.
-¿Te caíste haciendo skate con tu pandi? - Le digo riendo. Él me mira y sonríe.
-No, ojalá hubiera sido eso.- Dice cambiando la sonrisa de su cara por una expresión oscura y esquivando mi mirada.
-Y entonces, ¿qué te ha pasado? -Le pregunto curiosa.
-Déjalo, no querrías saberlo. -Dice girándose hacia el otro lado de la cama.
Me levanto y me siento en su cama.
-Vamos, cuéntamelo. No quiero parecer cotilla, solo quiero ayudarte.
Me mira, y veo como una lágrima le cae por la mejilla. 
-No es nada, vuelve a tu cama y déjame en paz. -Me responde con un tono serio.
-¿Por qué lloras? Lo siento, no pretendía...
-He dicho que vuelvas a tu cama, no te interesa mi vida, solo quieres quedar bien como todo el mundo. Y ¿sabes? No necesito a nadie ya, igual que nadie me necesita a mi. Pero no te preocupes, me queda poco ya.

Mi expresión cambia totalmente. Me vuelvo a mi cama y hago como si me olvida. Parece un niñato más, pero no lo es, yo sé que no, y no puedo dejar de pensar en esa última frase que ha dicho. "Me queda poco ya". ¿A qué se refiere?
Mientras estoy pensando viene la enfermera porque tenía que curarle. Le quita el vendaje del brazo y por fin lo entiendo todo al ver los cortes de su brazo. Él se da cuenta de que lo he visto, le miro a los ojos unos segundos pero me esquiva la mirada enseguida. La enfermera se da cuenta de que estoy mirando y pone una cortina entre nosotros. ¿Se había querido suicidar? ¿Y por qué el moratón de la cara? Necesito saber más de él y no sé porqué. Me doy la vuelta y me quedo mirando pensativa la ventana hasta volver a dormirme. 
Cuando me despierto son las 6:30 y mi madre está dormida en el sofá. Giro mi cabeza en busca del chico pero él no está en la cama ya.

-¿Dónde está? -Le grito a mi madre.
-¿Quién? - responde ella confusa.
-El chico, el chico de la cama. -Le digo nerviosa.
-No lo sé, cuando llegué ya no estaba. ¿Cómo estás tú? - Me pregunta sin darle importancia a mi pregunta.
-Eso no importa, tienes que averiguar donde est 
Antes de acabar la frase le veo entrar por la puerta junto a otra enfermera. Esta le ayuda a acostarse, y cuando se iba a marchar mi madre la persigue para marearla como a todo el mundo.

-Mike yo... ¿Puedo hablar contigo? - Le pregunto acercándome a su cama.
-¿Qué quieres ahora? Ya lo viste anoche, no entiendo que tienes que preguntar. 
-¿Por qué lo hiciste? -Le digo mirando su mano.
-Para que lo entendieras tendría que contarte una muy larga historia. 
Miro a mi madre gritándole a la enfermera mientras ambas se dirigen a recepción. 
-Tranquilo, tenemos tiempo. -Le sonrío.
-Vale, siéntate. ¿Me prometes no decir nada a nadie y dejarme en paz después de contártelo?
-Lo prometo.-Le digo levantando mi mano.
-Bien, -empieza.- como viste anoche, tengo la mano vendada a causa de los cortes que me hice al intentar suicidarme hace dos días. Todo el mundo piensa que estoy loco, pero yo tengo mis motivos. ¿Quieres que te los cuente? -Asiento y él sigue contando.- Todo empezó en sexto de primaria, cuando mi madre murió en un accidente de tráfico. Nadie sabía quien fue el culpable, por eso mi padre, que trabaja en la policía, empezó a trabajar a fondo en el caso. Era como su forma de evitar el dolor. Pasó de quedarse algunas noches en la comisaría investigando a estar día tras día sin venir a casa. Empezó a beber y las pocas veces que venía a casa lo único que hacía era gritarnos y tratarnos mal a mis hermanos y a mi. La hermana de mi madre, viendo la situación, decidió hacerse cargo de nosotros. Por eso nos mudamos a su casa y ella pasó a ser como mi segunda madre. Un mes después de la muerte de mi madre, en la escuela se enteraron de lo ocurrido y unos niños empezaron a llamarme "el sin madre". ¿Horrible, verdad? -Dice viendo mi cara de espanto.- Yo también lo creo. Dejé de ir a la escuela, pero por suerte la profesora vino a hacerme los últimos exámenes a casa y pasé el curso. Al siguiente curso, yo ya entraba en la ESO. Y mi tía decidió cambiarme de colegio. Empecé una nueva vida, y no me iba bastante mal. Sacaba dieces en casi todas las asignaturas y mi tía estaba muy contenta conmigo. No tenía muchos amigos pero no me importaba, me centré en mis estudios y por eso no le dí importancia. Pasé los dos primeros cursos de la ESO con matrícula de honor. Pero.. -Se calla al ver a mi madre entrar.
-Katerina, levanta que van a hacerte otra prueba más. -Dice mi madre entrando en la habitación.
-Pero yo no quiero más pruebas. -Le digo renegando.
Entonces se pone a gritar, y no me queda más remedio que ir a hacerme la prueba.

Cuando vuelvo a la habitación mi madre se va a hablar con el doctor, yo me niego a ir. Prefiero seguir hablando con Mike. 

-Ya he vuelto. -Le digo sonriendo.- Puedes seguir. 
-Pues bien, -dice suspirando- toda mi suerte cayó de repente este año cuando en ese instituto se enteraron de mi historia y empezaron a llamarme de todo, desde "rarito" hasta, otra vez, "el sin familia". Mi tia fue ha hablar con los profesores para que intentaran remediarlo, pero todo lo que hicieron fue empeorarlo todo. Un grupo de chicos empezó a perseguirme por el colegio, y a la salida siempre me esperaban para pegarme o insultarme.
-¿Por qué? - Le pregunto yo. 
-Yo tampoco lo sé. El caso es que nunca se lo dije a mi tía porque no quería preocuparle más y hacía como si estuviera todo bien. Hace 5 o 6 meses, por Navidad, mi padre vino a casa de mi tía porque quería llevarnos con él a Francia, donde le habían destinado en su trabajo. Yo no quería irme con él, y se lo dije a mi tía. Ella me dijo que haría lo que pudiese pero que no podía hacer mucho ya que mi padre seguía teniendo nuestra custodia. Entraron a juicio, y mi tía solo ganó mi custodia, por lo que mis hermanos tendrían que irse con mi padre. Yo no quería dejarles solos con él, así que le dije a mi tía que iba a irme con ellos por miedo a que mi padre repitiera lo de años atrás. A mi tía le pareció bien, y me dijo que si necesitaba algo o quería volver solo tenía que llamarle y ella me conseguiría un vuelo barato. Le di las gracias y le dije a mi padre que me iba con él. Él se rió tipo "he ganado" delante de mi tía, y le faltó al respeto insultándole hasta que esta se fue. 
Una vez en Francia, mi padre empezó a tratarme muy mal, hasta llegó a pegarme unas cuantas veces. Una vez nos peleamos tanto que mi hermana pequeña, asustada, llamó a la policía. Cuando mi padre lo descubrió fue directamente a mi hermana con intención de pegarle y yo me puse en medio. Me empujó y empezó a darme patadas. Acto seguido la policía entro a la casa, lo esposaron y se lo llevaron, mientras a mi me llevaron a un hospital a que me curaran. 
Los de la policía llamaron a mi tía, quien nos pagó un vuelo y volvimos de nuevo a su casa.
Como todo el tiempo que estuvimos en Francia habían sido vacaciones, pude volver al instituto sin haber perdido clases. Pero por desgracia, allí nadie me había olvidado y el grupo de antes volvieron a perseguirme y acosarme otra vez. Mi hermana pequeña cayó muy enferma en Febrero y estuvo hospitalizada mucho tiempo. Mi tía empezó a tomar pastillas de más y se pasaba el día durmiendo o tirada en el sofá diciendo que todo era culpa suya. Yo empecé a faltar a clase, y mi hermano, que siempre había estado de acuerdo con mi padre, empezó a estar más agresivo con todo el mundo. Hace dos semanas, mi tía y mi hermano discutieron y este se fue de casa. Mi hermana pequeña volvió del hospital pero los servicios sociales se la llevaron diciendo que no podía vivir en un lugar como ese, y no la he vuelto a ver desde entonces.  
Mi tía se ha vuelto drogadicta y apenas sale de su habitación. Y, hace dos días, mi hermano y mi padre entraron en casa de mi tía mientras ambos dormíamos. Se lo llevaron todo y intentando evitarlo me pegaron una paliza. Cuando mi tía despertó creyó que todo fue culpa mía, y empezó a gritarme y a decirme que ya no valía para nada, que se arrepentía de habernos acogido a todos, y sobretodo a mi. También dijo que todo era culpa mía y que no servía para nada. -Me fijo en que a Mike le cuesta respirar, y que le cae una lágrima por la mejilla.- Fue... Fue en ese momento cuando decidí que mi vida se terminaba ahí. Pero, mi mala suerte sigue, y ni eso hice bien. Por eso estoy aquí. 

Yo no sabía que responder por eso me levanto y le abrazo. Él se derrumba y empieza a llorar. Yo no sé qué hacer, por eso sigo abrazándole.

-Mike, no sé que decirte. No sé que se hace en estos casos, ni como se reacciona. Solo sé que no te mereces haber pasado todo lo que has pasado y que no quiero que tu vida termine así. He estado toda mi vida pensando en que nadie podía estar pasándolo peor que yo, y ahora me doy cuenta de que no tenía razón. Suena egoísta que esté hablando de mi, pero es que es lo único que me sale decirte. ¿Sabes? Creo que eres la persona más fuerte que he conocido jamás.
-Pero si he intentado quitarme la vida, ¿cómo voy a ser fuerte?
-¿Pero tú has visto cuántas veces has intentado seguir adelante? La mayoría de gente se suicidaría al pasar una cuarta parte de lo que tú, créeme.
-Ya...-suspira.
-Solo necesito que me digas una cosa más.
-¿Cuál? -responde extrañado.
-¿Qué tengo que hacer para que vuelvas a darle otra oportunidad a la vida? - le digo mirándole a los ojos.
-Solo abrázame y no me sueltes.

martes, 19 de febrero de 2013

Diario de una adolescente (Parte 1)

Siete de la mañana. Mi madre me ha despertado como todos los días. Enciendo el móvil, ya han dado los buenos días todas mis amigas por el grupo del Whatsapp. Las adoro, sino estuvieran ahí no sé qué sería de mi. Miro la hora y me extreso, la manía de mi madre de cada día despertarme a la hora que le da la gana. Mi hermano entra a decirme que él ya se va a clase, que llegaré tarde. "Gracias por avisar" le grito de mal humor. Me levanto corriendo, me visto y bajo a por la mochila. Mi madre me ha preparado el desayuno pero, como siempre, no tengo hambre así que salgo de casa y aviso a mis amigas para decirles que me esperen. Cuando nos reunimos todas nos vamos hacía el instituto. La verdad es que ninguna tiene ganas de ir, pero si tuviera que decir cual es la que menos, sería claramente yo. Estoy más que harta de toda la gente de aquí. Nadie tiene respeto hacia nadie, todo el mundo se odia e intentan impresionarse unos a otros en vano. Creo que si mi abuela bajará del cielo y viera ésto pensaría que es de locos, y vaya si lo es. En el instituto, los más "fuertes" y los más "populares" por así decirlo son quienes mandan. Pero eso no es todo, si éstos se meten con alguien, ese alguien intentará encontrar a alguien para no sentirse tan mierda como los otros quieren que se sienta. Y así sucesivamente.

Entramos a clase, ya empiezan a meterse con mi aspecto. Pero me la suda porque soy más fuerte que ellos, o al menos de eso intento convencerme. Me siento a un lado de la clase, a segunda fila. Es el sitio ideal, no estoy ni delante con los "frikis", ni detrás con los idiotas que no se soportan ni ellos.
Acaban las primeras tres horas y salimos al patio. Me gusta salir al patio, ponerme mi música y pasar un rato de todo. Música, ¿qué haría yo sin ella? Nada. Esa es la respuesta.
Mis amigas están hablando de temas que, sinceramente, no me interesan. Cotillear la vida de los demás no es mi hobby preferido. Por eso yo sigo con lo mío. De repente, mi dolor habitual en el pecho se hace más fuerte, se me hace difícil respirar. Como soy asmática siempre llevo un inhalador en la mochila, así que intento levantarme para ir al baño, porque no me gusta que nadie me vea o se compadezca de mi, pero nada más poner un pie en el suelo me tambaleo y me caigo. "¿Estás bien?" gritan mis amigas asustadas. Les intento decir que solo necesito el inhalador, pero no me salen las palabras. Miro corriendo a mi amiga, y ella enseguida me entiende y lo saca corriendo y me lo da. Todo el patio está pendiente de mi, dos profesores se acercan para ver qué pasa. No me gusta esto, no quiero ser el centro de atención joder.
Me cogen entre dos profesores y me llevan a la enfermería. La doctora ya me conoce, porque siempre estoy allí. Me tumba y pide a todos que salgan. Intenta hablar conmigo para que me calme pero mi dolor en el pecho sigue ahí. Una vez consigo hablar, le cuento lo del dolor en el pecho. Ella abre el armario en busca de algo, algunas pastillas quizás, y mientras me pide que le hable de todo lo que pasa por mi cabeza.
Me quedo callada y empiezo a pensar. Mis padres, el dinero, mi futuro, la gente, yo... Las lágrimas empiezan a caer por mis mejillas. Ella me pide que se lo diga, que no me lo guarde, que será peor. Pero no puedo, nunca nadie me ha pedido que me desahogue, nunca lo he hecho. Me trae un vaso de agua y unas pastillas que huelen a las hierbas que tomaba mi abuela. La miro con cara de asco y me explica que son pastillas para relajarme. Me las tomo y le doy las gracias. Ella me mira con cara de compasión, la verdad es que creo que ella es la que más me ha ayudado en todo siempre.
Entra mi madre a la enfermería, asustada y armando jaleo, como de normal. La verdad es que estoy aburrida de esto ya. Siempre estoy en la enfermería. Si no es por el asma, es por algún virus que he pillado. Siempre estoy enferma. Los profesores ya se enfadan o ríen de mi. Los de mi clase siempre dicen que lo hago aposta para no ir a clase, pero es que lo que nadie sabe es que prefiero mil veces ir a clase que estar como estoy.
Traen mis cosas ya y me subo al coche de mi madre, todo el mundo sigue pendiente de mi, ¿por qué no se comprarán una vida y me dejarán en paz?
Vamos al hospital, entramos en urgencias y mientras mi madre habla con la recepcionista yo me siento en una silla. A mi lado hay un chico, tiene la mano vendada y el ojo morado, me pregunto que le habrá pasado.
Mi madre viene y me dice que enseguida nos llaman, y mientras empieza a preguntarme cosas y marearme ¿pero es que no entiende que lo último que necesito es que me mareen? Parece ser que no.
"Katerina Birán" gritan desde la consulta. Mi madre se levanta corriendo, por desgracia yo no puedo hacerlo tan rápido. Estoy mareada y me cuesta, pero gracias a Dios el chico de mi lado me ayuda. "Gracias" le susurro, y antes de que respondiera entro en la consulta. Allí había un médico alto, mayor y con barba. "¿Qué le pasa a esta señorita?" dice intentando ser gracioso, pero al ver mi cara creo que entendió que eso no iba conmigo. Mi madre como siempre empieza a hablar por mi, y yo solo me dedico a asentir, ya ni sé qué está diciendo. El hombre me mira a mi y me pide que hable yo, "por fin" pienso. Le explico lo que ha pasado en el patio y lo que he sentido. 

-¿Has sentido un fuerte dolor en el pecho? -Dice con la libreta y boli en la mano.
-Mucho más fuerte que el de todos los días. -Respondo yo.
-¿El de todos los días? -Pregunta él extrañado.- ¿Tienes dolor de pecho todos los días?
-Todo el tiempo. - Le digo como si fuera una cosa normal.- Pero ya he logrado acostumbrarme.
-Creo que tenemos que hacerte unas pruebas. Sal fuera y ahora te llamarán.

Han estado haciéndome pruebas hasta las 17:00 o así. Una hora y media después nos pasan a la consulta y ahí estaba el mismo médico que nos había atendido esta mañana

-Hola otra vez señorita Katerina. -Dice intentando ser amable.- Tengo aquí el resultado de las pruebas, y me temo que no son muy buenas noticias. -Mi madre ya se pone nerviosa y empieza a marear, que raro...- Por favor, cálmese. Hemos encontrado unas pequeñas dificultades en los alvéolos de los pulmones de su hija, lo que implica que puede que tenga enfisema o sea solo un ataque de asma. Para saber qué es realmente tenemos que hacer un último análisis de sangre, pero querríamos tenerla en observación una noche por si empeora.

"Genial" suspiro yo cansada. Mi madre firma no sé qué y la enfermera me saca sangre una vez más. Yo no sé ni como me sigue saliendo sangre, me habrán sacado los cinco litros ya en todo el día. Me acercan una silla de ruedas y me suben a las habitaciones. "Mierda, son las compartidas" pienso, "a saber con qué clase de abuelo me toca". Mi madre me ayuda a ponerme el camisón y me ayudan a subir a la cama ya que estoy demasiado débil. Una vez acostada miro a ver quién estará conmigo toda la noche, y qué sorpresa me llevo. No era ningún abuelo, sino...