miércoles, 1 de mayo de 2013

Diario de una adolescente (Parte 2 - Mike)

Menuda coincidencia, el chico de antes de la sala de espera es mi compañero de habitación. "Bueno, por lo menos no es un abuelo" pienso.
-Gracias por ayudarme antes. -le digo.
-No fue nada. -responde sin muchas ganas.

Decido ponerme los cascos un rato para descansar, sobretodo, de mi madre. A las 20:30 nos traen la cena, o lo que sea eso. El chico de al lado no se lo come, pero la enfermera le insiste y al final se come la ensalada y la fruta. Al principio yo tampoco me lo iba a comer, pero después he escuchado el ruido que hace mi barriga y me he decidido a comer algo.
Las horas pasan y yo sigo en la cama esperando a que amanezca y pueda huir de este sitio tan apestoso y triste. Lo que menos me gusta de todo esto es el tener que aguantar a mi madre y sus estúpidas quejas por todo, no hay quien la aguante.
A las 22:45 mi madre se va dando gritos para buscar algo para cenar ella.
-Perdónala si en algún momento te molesta, ella es así de... insoportable. -Le digo intentando que se ría.
-Lo entiendo. - responde bajito.
-Soy Katerina, pero puedes llamarme Kate. - le digo intentando ser amable.
-Yo Mike. - Responde girando la cabeza hacia otro lado.
-Veo que no quieres hablar conmigo, siento haberte molestado. - le digo poniendome los cascos otra vez.

Gira la cabeza para decirme algo, pero ve que tengo los cascos puestos y se vuelve a dar la vuelta.
Suenan mi música mientras cierro los ojos y me imagino que estoy fuera de allí en alguna gran ciudad, tipo Nueva York o San Francisco, y que voy haciendo fotos a todo lo que veo mientras suenan mis canciones favoritas, pero, sin querer, me quedo dormida. 

Me despierto y miro el reloj, las 3:00. "¿Por qué no se acabará ya esta noche?" pienso mientras suspiro. 

-Siento lo de antes, no quería que pensaras que no quería hablar contigo. -Me dice de repente el chico de la cama de al lado.- Ah, y tu madre me ha dicho que te dijera que se ha ido a casa a por no sé qué.
-Vale, gracias. -Le digo sin ganas.
-Espero que no te hayas molestado, -Dice intentando ser amable.- aunque no serías la primera...-añade suspirando.
-No pasa nada, -le digo mirándole a los ojos. 
No me había fijado aun en sus ojos. Son verdes, y deberían ser bonitos como todos los ojos claros, pero no. Le faltaba algo, como si se le hubiera apagado el brillo de su mirada. 
Veo como se toca el brazo y también veo su mejilla hinchada, ¿Qué le habrá pasado?

-¿Te duele mucho? -Le pregunto curiosa mientras él me mira extrañado.- El brazo digo.
-Ah si, pero no pasa nada. Yo me lo busqué.-Dice bajando el tono.
-¿Te caíste haciendo skate con tu pandi? - Le digo riendo. Él me mira y sonríe.
-No, ojalá hubiera sido eso.- Dice cambiando la sonrisa de su cara por una expresión oscura y esquivando mi mirada.
-Y entonces, ¿qué te ha pasado? -Le pregunto curiosa.
-Déjalo, no querrías saberlo. -Dice girándose hacia el otro lado de la cama.
Me levanto y me siento en su cama.
-Vamos, cuéntamelo. No quiero parecer cotilla, solo quiero ayudarte.
Me mira, y veo como una lágrima le cae por la mejilla. 
-No es nada, vuelve a tu cama y déjame en paz. -Me responde con un tono serio.
-¿Por qué lloras? Lo siento, no pretendía...
-He dicho que vuelvas a tu cama, no te interesa mi vida, solo quieres quedar bien como todo el mundo. Y ¿sabes? No necesito a nadie ya, igual que nadie me necesita a mi. Pero no te preocupes, me queda poco ya.

Mi expresión cambia totalmente. Me vuelvo a mi cama y hago como si me olvida. Parece un niñato más, pero no lo es, yo sé que no, y no puedo dejar de pensar en esa última frase que ha dicho. "Me queda poco ya". ¿A qué se refiere?
Mientras estoy pensando viene la enfermera porque tenía que curarle. Le quita el vendaje del brazo y por fin lo entiendo todo al ver los cortes de su brazo. Él se da cuenta de que lo he visto, le miro a los ojos unos segundos pero me esquiva la mirada enseguida. La enfermera se da cuenta de que estoy mirando y pone una cortina entre nosotros. ¿Se había querido suicidar? ¿Y por qué el moratón de la cara? Necesito saber más de él y no sé porqué. Me doy la vuelta y me quedo mirando pensativa la ventana hasta volver a dormirme. 
Cuando me despierto son las 6:30 y mi madre está dormida en el sofá. Giro mi cabeza en busca del chico pero él no está en la cama ya.

-¿Dónde está? -Le grito a mi madre.
-¿Quién? - responde ella confusa.
-El chico, el chico de la cama. -Le digo nerviosa.
-No lo sé, cuando llegué ya no estaba. ¿Cómo estás tú? - Me pregunta sin darle importancia a mi pregunta.
-Eso no importa, tienes que averiguar donde est 
Antes de acabar la frase le veo entrar por la puerta junto a otra enfermera. Esta le ayuda a acostarse, y cuando se iba a marchar mi madre la persigue para marearla como a todo el mundo.

-Mike yo... ¿Puedo hablar contigo? - Le pregunto acercándome a su cama.
-¿Qué quieres ahora? Ya lo viste anoche, no entiendo que tienes que preguntar. 
-¿Por qué lo hiciste? -Le digo mirando su mano.
-Para que lo entendieras tendría que contarte una muy larga historia. 
Miro a mi madre gritándole a la enfermera mientras ambas se dirigen a recepción. 
-Tranquilo, tenemos tiempo. -Le sonrío.
-Vale, siéntate. ¿Me prometes no decir nada a nadie y dejarme en paz después de contártelo?
-Lo prometo.-Le digo levantando mi mano.
-Bien, -empieza.- como viste anoche, tengo la mano vendada a causa de los cortes que me hice al intentar suicidarme hace dos días. Todo el mundo piensa que estoy loco, pero yo tengo mis motivos. ¿Quieres que te los cuente? -Asiento y él sigue contando.- Todo empezó en sexto de primaria, cuando mi madre murió en un accidente de tráfico. Nadie sabía quien fue el culpable, por eso mi padre, que trabaja en la policía, empezó a trabajar a fondo en el caso. Era como su forma de evitar el dolor. Pasó de quedarse algunas noches en la comisaría investigando a estar día tras día sin venir a casa. Empezó a beber y las pocas veces que venía a casa lo único que hacía era gritarnos y tratarnos mal a mis hermanos y a mi. La hermana de mi madre, viendo la situación, decidió hacerse cargo de nosotros. Por eso nos mudamos a su casa y ella pasó a ser como mi segunda madre. Un mes después de la muerte de mi madre, en la escuela se enteraron de lo ocurrido y unos niños empezaron a llamarme "el sin madre". ¿Horrible, verdad? -Dice viendo mi cara de espanto.- Yo también lo creo. Dejé de ir a la escuela, pero por suerte la profesora vino a hacerme los últimos exámenes a casa y pasé el curso. Al siguiente curso, yo ya entraba en la ESO. Y mi tía decidió cambiarme de colegio. Empecé una nueva vida, y no me iba bastante mal. Sacaba dieces en casi todas las asignaturas y mi tía estaba muy contenta conmigo. No tenía muchos amigos pero no me importaba, me centré en mis estudios y por eso no le dí importancia. Pasé los dos primeros cursos de la ESO con matrícula de honor. Pero.. -Se calla al ver a mi madre entrar.
-Katerina, levanta que van a hacerte otra prueba más. -Dice mi madre entrando en la habitación.
-Pero yo no quiero más pruebas. -Le digo renegando.
Entonces se pone a gritar, y no me queda más remedio que ir a hacerme la prueba.

Cuando vuelvo a la habitación mi madre se va a hablar con el doctor, yo me niego a ir. Prefiero seguir hablando con Mike. 

-Ya he vuelto. -Le digo sonriendo.- Puedes seguir. 
-Pues bien, -dice suspirando- toda mi suerte cayó de repente este año cuando en ese instituto se enteraron de mi historia y empezaron a llamarme de todo, desde "rarito" hasta, otra vez, "el sin familia". Mi tia fue ha hablar con los profesores para que intentaran remediarlo, pero todo lo que hicieron fue empeorarlo todo. Un grupo de chicos empezó a perseguirme por el colegio, y a la salida siempre me esperaban para pegarme o insultarme.
-¿Por qué? - Le pregunto yo. 
-Yo tampoco lo sé. El caso es que nunca se lo dije a mi tía porque no quería preocuparle más y hacía como si estuviera todo bien. Hace 5 o 6 meses, por Navidad, mi padre vino a casa de mi tía porque quería llevarnos con él a Francia, donde le habían destinado en su trabajo. Yo no quería irme con él, y se lo dije a mi tía. Ella me dijo que haría lo que pudiese pero que no podía hacer mucho ya que mi padre seguía teniendo nuestra custodia. Entraron a juicio, y mi tía solo ganó mi custodia, por lo que mis hermanos tendrían que irse con mi padre. Yo no quería dejarles solos con él, así que le dije a mi tía que iba a irme con ellos por miedo a que mi padre repitiera lo de años atrás. A mi tía le pareció bien, y me dijo que si necesitaba algo o quería volver solo tenía que llamarle y ella me conseguiría un vuelo barato. Le di las gracias y le dije a mi padre que me iba con él. Él se rió tipo "he ganado" delante de mi tía, y le faltó al respeto insultándole hasta que esta se fue. 
Una vez en Francia, mi padre empezó a tratarme muy mal, hasta llegó a pegarme unas cuantas veces. Una vez nos peleamos tanto que mi hermana pequeña, asustada, llamó a la policía. Cuando mi padre lo descubrió fue directamente a mi hermana con intención de pegarle y yo me puse en medio. Me empujó y empezó a darme patadas. Acto seguido la policía entro a la casa, lo esposaron y se lo llevaron, mientras a mi me llevaron a un hospital a que me curaran. 
Los de la policía llamaron a mi tía, quien nos pagó un vuelo y volvimos de nuevo a su casa.
Como todo el tiempo que estuvimos en Francia habían sido vacaciones, pude volver al instituto sin haber perdido clases. Pero por desgracia, allí nadie me había olvidado y el grupo de antes volvieron a perseguirme y acosarme otra vez. Mi hermana pequeña cayó muy enferma en Febrero y estuvo hospitalizada mucho tiempo. Mi tía empezó a tomar pastillas de más y se pasaba el día durmiendo o tirada en el sofá diciendo que todo era culpa suya. Yo empecé a faltar a clase, y mi hermano, que siempre había estado de acuerdo con mi padre, empezó a estar más agresivo con todo el mundo. Hace dos semanas, mi tía y mi hermano discutieron y este se fue de casa. Mi hermana pequeña volvió del hospital pero los servicios sociales se la llevaron diciendo que no podía vivir en un lugar como ese, y no la he vuelto a ver desde entonces.  
Mi tía se ha vuelto drogadicta y apenas sale de su habitación. Y, hace dos días, mi hermano y mi padre entraron en casa de mi tía mientras ambos dormíamos. Se lo llevaron todo y intentando evitarlo me pegaron una paliza. Cuando mi tía despertó creyó que todo fue culpa mía, y empezó a gritarme y a decirme que ya no valía para nada, que se arrepentía de habernos acogido a todos, y sobretodo a mi. También dijo que todo era culpa mía y que no servía para nada. -Me fijo en que a Mike le cuesta respirar, y que le cae una lágrima por la mejilla.- Fue... Fue en ese momento cuando decidí que mi vida se terminaba ahí. Pero, mi mala suerte sigue, y ni eso hice bien. Por eso estoy aquí. 

Yo no sabía que responder por eso me levanto y le abrazo. Él se derrumba y empieza a llorar. Yo no sé qué hacer, por eso sigo abrazándole.

-Mike, no sé que decirte. No sé que se hace en estos casos, ni como se reacciona. Solo sé que no te mereces haber pasado todo lo que has pasado y que no quiero que tu vida termine así. He estado toda mi vida pensando en que nadie podía estar pasándolo peor que yo, y ahora me doy cuenta de que no tenía razón. Suena egoísta que esté hablando de mi, pero es que es lo único que me sale decirte. ¿Sabes? Creo que eres la persona más fuerte que he conocido jamás.
-Pero si he intentado quitarme la vida, ¿cómo voy a ser fuerte?
-¿Pero tú has visto cuántas veces has intentado seguir adelante? La mayoría de gente se suicidaría al pasar una cuarta parte de lo que tú, créeme.
-Ya...-suspira.
-Solo necesito que me digas una cosa más.
-¿Cuál? -responde extrañado.
-¿Qué tengo que hacer para que vuelvas a darle otra oportunidad a la vida? - le digo mirándole a los ojos.
-Solo abrázame y no me sueltes.